Cerro Chirripó: Tierra de las Aguas Eternas

El Cerro Chirripó es la montaña más alta de Costa Rica y uno de los destinos más emblemáticos para el montañismo y el ecoturismo en Centroamérica. Su cumbre alcanza los 3,822.64 metros sobre el nivel del mar, elevándose sobre la Cordillera de Talamanca dentro del Parque Nacional Chirripó, un área protegida desde 1975.
Paisajes y ecosistemas únicos
El ascenso al Chirripó es un viaje a través de múltiples ecosistemas que cambian con la altitud: desde los bosques tropicales húmedos y nubosos, cargados de epífitas, hasta los paisajes abiertos del páramo subalpino.
Uno de los mayores atractivos del parque son sus formas glaciares modeladas hace unos 25.000 años: valles en forma de U, circos y terrazas glaciares, morrenas y lagunas de origen glaciar que salpican el paisaje. Su nombre, “Chirripó”, proviene de la lengua cabécar y significa “Tierra de las Aguas Eternas”.
En días despejados, desde la cumbre se pueden contemplar tanto el océano Pacífico como el mar Caribe, además de amaneceres inolvidables sobre las nubes.



Cerro Chirripó: la experiencia del ascenso
El sendero oficial inicia en San Gerardo de Rivas y recorre cerca de 20 kilómetros hasta la cima. Se trata de una caminata exigente que usualmente se realiza en dos o tres días, con pernocta en el Refugio Base Crestones.
Las condiciones climáticas son cambiantes: las noches pueden descender a temperaturas bajo cero, mientras que los días pueden ser soleados y cálidos. La temperatura más baja registrada en el Chirripó y en Costa Rica es de –9 °C.
Mejor época para visitarlo
- Estación seca (diciembre–abril): considerada la temporada ideal, con senderos en mejores condiciones y mayor visibilidad. Los meses de enero, febrero y marzo ofrecen los amaneceres más despejados. Sin embargo, es también la época más concurrida y se recomienda reservar con al menos un año de anticipación.
- Estación verde (mayo–noviembre): menos turistas y paisajes más exuberantes, aunque con lluvias frecuentes, caminos fangosos y caminatas más demandantes.
Riqueza biológica
El Parque Nacional Chirripó es hogar de una extraordinaria biodiversidad. Entre sus árboles destacan los robles (Quercus spp), el aguacatillo (Ocotea sp), la ira rosa (Nectandra sp), el cedro dulce (Cedrela tonduzii) y el tirrá (Ulmus mexicana).
En cuanto a fauna, alberga especies icónicas como la danta centroamericana (Tapirus bairdii), el mono araña (Ateles geoffroyi), pizotes, cabros de monte, saínos, tepezcuintles y las seis especies de felinos silvestres del país. Aunque difíciles de observar, son clave para el equilibrio ecológico del parque.
Las aves también son protagonistas: el majestuoso quetzal resplandeciente (Pharomachrus mocinno), el aguilucho penachudo, la pava negra, el pavón, el carpintero careto y el jilguero son solo algunas de las especies que los visitantes pueden avistar.
Según testimonios indígenas, el padre Agustín Blessing, misionero de Talamanca, fue el primer hombre blanco en alcanzar la cumbre en 1904. Le siguieron expediciones en 1905, 1914, 1915, 1920, 1932 y 1942.
Hoy, más de un siglo después, el Chirripó no solo representa un reto físico y espiritual, sino también una oportunidad de apoyar el desarrollo local. Las comunidades cercanas ofrecen servicios de transporte, hospedaje, alimentación y venta de artesanías, lo que convierte en un aporte directo a la economía rural.
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