Historia del Café en Costa Rica

Historia del Café en Costa Rica: el grano que transformó una nación
Los orígenes del “Grano de Oro”
La historia del café en América comienza alrededor de 1720, cuando las primeras semillas de la especie Coffea arabica, variedad Typica, llegaron a la isla de Martinica, en las Antillas. Desde allí, a finales del siglo XVIII, el cultivo se extendió a diversas regiones, entre ellas la Provincia de Costa Rica.
Por aquel entonces, el país vivía de una agricultura de subsistencia, pero todo cambiaría en 1808, cuando, bajo el gobierno del gobernador Tomás de Acosta, el café comenzó a arraigarse en los fértiles suelos volcánicos del Valle Central. Este cultivo no solo marcaría el rumbo agrícola de la nación, sino también su historia económica, cultural y social.
Costa Rica se convirtió en el primer país centroamericano en establecer una industria cafetalera, y al Padre Félix Velarde se le atribuye ser el primer sembrador de café registrado en el país. En 1816, Velarde mencionó que poseía un solar con plantas de café ubicado a 100 metros al norte de la actual Catedral Metropolitana, en pleno corazón de San José.
Factores que favorecieron su desarrollo
El café prosperó en Costa Rica gracias a una combinación única de factores: suelos volcánicos fértiles, estaciones lluviosa y seca bien definidas, y temperaturas relativamente constantes durante todo el año.
Tras la Independencia de 1821, los gobiernos municipales , en particular el de San José, impulsaron el cultivo mediante políticas de distribución gratuita de plantas y concesión de tierras. Ciudades como Cartago y Tres Ríos siguieron el ejemplo, fomentando así la expansión de la caficultura.
Entre los líderes nacionales que comprendieron el potencial del café destacan los Jefes de Estado Juan Mora Fernández y Braulio Carrillo, quienes vieron en este grano una oportunidad de dinamizar la economía. Otro nombre fundamental es Don Mariano Montealegre, reconocido como uno de los principales promotores del cultivo entre 1830 y 1840.



Primeras exportaciones y auge comercial
En 1821, Costa Rica contaba con 17.000 cafetos en producción, y al año siguiente se realizó la primera exportación de 2 quintales de café hacia Panamá. Con el tiempo, la actividad cafetalera cobró fuerza: en la década de 1830, el pionero comerciante George Stiepel concretó ventas hacia Inglaterra a través de Chile.
El comercio con Europa se consolidó en la década de 1840, gracias al capitán inglés William Le Lacheur, quien, al arribar al puerto de Caldera a bordo del velero The Monarch, negoció la compra de cosechas con Santiago Fernández Hidalgo, propietario de la finca “El Laberinto” y primer gran exportador de café al Viejo Mundo.
En 1841, el buque Alción transportó mercancías entre Londres y Puntarenas, y el café costarricense comenzó a posicionarse en los mercados europeos. Fernández, además, introdujo mejoras en el proceso de beneficiado, financió el desarrollo de rutas comerciales , como el camino a Sarapiquí, y habilitó el puerto de Tárcoles, consolidando así la infraestructura para el comercio exterior.
Historia del Café: motor de progreso
El crecimiento de la caficultura fue acompañado por avances en infraestructura. En 1846, la conclusión del camino a Puntarenas revolucionó el comercio al permitir sustituir el transporte en mulas por carretas. Desde entonces, el café se convirtió en el principal producto de exportación del país hasta 1890, transformándose en el eje de la economía nacional.
El “Grano de Oro” impulsó la aparición de compañías exportadoras y fomentó el ingreso de bienes manufacturados desde Europa. Familias y empresarios, tanto locales como extranjeros , entre ellos Hipolite Tournon, Emilio Challe, los hermanos Lindo, Max Koberg, los Rohrmoser y los von Schroter, jugaron un papel crucial en la consolidación del sector.
Innovaciones en el beneficiado
Al principio, los productores secaban el café en sus patios y lo descascaraban manualmente con pilones. El gran salto tecnológico llegó en la década de 1830, cuando el catalán Buenaventura Espinach Gaul construyó el primer beneficio húmedo en la finca “El Molino”, al sur de Cartago.
La fermentación introducida en este proceso mejoró notablemente el sabor del café y elevó la calidad del producto costarricense en los mercados internacionales. Con el tiempo, se implementaron nuevas tecnologías como despulpadoras, guardiolas, pulidoras y clasificadoras, lo que permitió reducir el tiempo de procesamiento y mejorar la consistencia del grano.
Evolución de las variedades
Durante el siglo XIX, predominó la variedad Typica o Criollo, de porte alto y gran calidad, aunque con baja densidad de siembra. Posteriormente se incorporaron otras variedades como Borbón e Híbrido Tico.
A mediados del siglo XX, con la llegada de la “Revolución Verde”, la caficultura costarricense adoptó variedades de porte bajo y mayor productividad, como Caturra y Catuaí, incrementando así el rendimiento por área cultivada. La modernización incluyó el uso de fertilizantes y control de plagas, transformando la producción de extensiva a intensiva.
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