Naufragios en Costa Rica: no eran barcos piratas, sino buques de esclavos daneses

Durante mucho tiempo, los restos de dos naufragios frente a la costa del Caribe costarricense fueron considerados vestigios de barcos piratas. Sin embargo, una reciente investigación arqueológica internacional ha revelado que se trata, en realidad, de dos buques de esclavos daneses desaparecidos en 1710: el Fridericus Quartus y el Christianus Quintus.
Este hallazgo marca un antes y un después en la historia marítima de Costa Rica y Dinamarca, y reescribe también parte de la historia afrodescendiente de la región.
El descubrimiento
Los arqueólogos marinos del Museo Nacional de Dinamarca y del Museo de Barcos Vikingos realizaron excavaciones submarinas en 2023 frente a las costas del Parque Nacional Cahuita. Investigadores del Museo Nacional y de la Universidad del Sur de Dinamarca analizaron posteriormente los fragmentos de madera, ladrillos y pipas de arcilla que se habían recogido.
Uno de los descubrimientos más reveladores de los naufragios fue el hallazgo de ladrillos amarillos, característicos de la ciudad alemana de Flensburg en los siglos XVIII y XIX, fabricados exclusivamente para uso en Dinamarca y sus colonias. Su presencia, junto con la datación dendrocronológica de la madera de roble —procedente del oeste del mar Báltico y talada entre 1690 y 1695—, permitió identificar de forma concluyente el origen danés de los barcos.
Las pipas de arcilla, por su parte, también coincidían con los diseños utilizados en Dinamarca justo antes de 1710. Además, parte de la madera recuperada estaba carbonizada y cubierta de hollín, lo que coincide con los registros históricos que indican que uno de los buques, el Fridericus Quartus, fue incendiado.



Naufragios: rebelión, motín y tragedia
Los documentos históricos daneses relatan una travesía marcada por tragedias: desde Copenhague a África Occidental, y luego hacia las Américas. En su trayecto, el Fridericus Quartus experimentó una rebelión de las personas esclavizadas durante el trayecto entre Ghana y la colonia danesa de St. Thomas. La situación se agravó con la guerra entre Francia e Inglaterra, lo que motivó a los holandeses a enviar el barco acompañado del Christianus Quintus.
El error y la confusión con señales de luz desviaron la ruta debido al smog. En vez de dirigirse hacia el norte —posiblemente hacia Barbados—, ambos barcos terminaron frente a las costas de lo que hoy es Cahuita, Costa Rica, el 2 de marzo de 1710.
Allí, el miedo a los ataques piratas y a los pueblos indígenas llevó a una crisis entre las tripulaciones, que debatieron durante dos días si debían acercarse a tierra. Esto desencadenó un motín entre marineros y personas esclavizadas. Finalmente, abandonaron en la playa a alrededor de 650 sobrevivientes de las 800 personas que iban a bordo.
Impacto histórico y cultural
El arqueólogo Andreas Kallmeyer Bloch, quien codirigió la excavación, calificó la experiencia como “la excavación arqueológica más loca” en la que ha participado. Destacó su relevancia tanto para la historia de Dinamarca como para la población local de Cahuita.
Proporciona dos piezas que han estado faltando en la historia de Dinamarca, pero aún más importante, da sentido a la identidad de la comunidad local.
Este hallazgo representa un cambio de paradigma en la historia afrocostarricense. Según el historiador costarricense Abelino Toro, demuestra que había presencia afrodescendiente en la provincia de Limón al menos cien años antes de que se registrara oficialmente en los documentos históricos.
De hecho, el descubrimiento ha sido el resultado de más de una década de trabajo por parte de un grupo de jóvenes buzos locales, muchos de ellos descendientes de africanos e indígenas, quienes han liderado una investigación comunitaria con gran determinación.
Uno de los testimonios más conmovedores es el de Celia Ortíz, de Cartago, cuya madre de 103 años es descendiente de Miguel Maroto, uno de los esclavizados que llegaron a tierra tras el naufragio.
Reconstruyendo la memoria
El proyecto de los naufragios ha sido tan relevante que formó parte de la serie documental Enslaved, presentada por el actor Samuel L. Jackson en 2020. A través de los testimonios, los objetos recuperados y los relatos históricos, esta investigación no solo ha permitido identificar los restos de dos barcos olvidados, sino también rescatar una memoria colectiva que había permanecido sumergida durante más de 300 años.
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