El Ekeko es la representación de la diosa de la abunduncia, la fecundidad y la alegría, típica de la cultura Andina, especialmente de Bolivia. 

Estos muñequitos se utilizan como amuletos para atraer prosperidad y abundancia, según las creencias.

Cuenta la leyenda que un Ekeko materializa los deseos de quienes le rinden culto y entrean ofrendas. Esos objetos miniatura que lleva consigo representan lo deseado. Así que cuanto más cargado el Ekeko, mayor es la promesa de riqueza para su dueño. Una ollita representa a la Pachamama, un corazón el amor y los cereales, el alimento. 

Pongo el cuerpo
cargando sobre mis hombros 
sueños emancipatorios,
algrías y desencantos.
Pongo el cuerpo
cuandocuido y alimento a mi familia,
cuando marcho por las calles,
cantando y bailando.
Pongo el cuerpo

Noctiluca

Pero según la costumbre, el propietario tiene que «engreír» al muñeco, con una serie de rituales. De lo contrario, la tradición advierte que el Ekeko podría vengarse por descuidarlo.

Ekeko: dios del agua y la lluvia

Esta deidad era la encargada de que lloviera en el periodo de siembra, para asegurar una buena cosecha.

En otras palabras, el Ekeko nació como un dios del agua y la lluvia, luego evolucionó a una deidad de la abundancia. 

Sin embargo, hoy estas figuras no lucen como ninguna divinidad de los Andes, sino como cualquier poblador de esta región sudamericana.

Ritual de cuidado del muñeco

El muñeco Ekeko tiene todo un ritual de cuidado tradicional para que su buena suerte funcione en la casa donde vive.

La primera regla es muy importante, una vez que adquieres un Ekeko, no puedes descubrir su rostro hasta que llegue a la casa que va a empezar a cuidar.

Cuando llegue al futuro, debes mostrarle toda la casa a tu nuevo compañero para que conozca todo el territorio que debe proteger. Luego, colócalo en un sitio bonito en una de las habitaciones.

Cuidado de la figurita

Una vez ubicado, para liberar el «poder» del Ekeko, debes darle de «fumar». Cada Ekeko tiene una boca cóncava donde se puede colocar un cigarro. 

La tradición cuenta que se debe colgar lo que se desea tener; se le ofrenda un cigarro porque según la antigua leyenda le gusta fumar para cumplir la petición que se le ha encomendado.

Si el cigarro que ha sido encendido es consumido solo la mitad es un signo de un mal augurio o su descontento en la casa donde vive. Sin embargo, si se consume entero significa que tienes una buena probabilidad de que tu deseo se cumpla y que tiene una gran ilusión de vivir en tu hogar.

El Ekeko es un ser caprichoso y necesita mucha atención, además de las ofrendas anuales. Es decir, dos veces por semana tienes que ofrecerle un cigarro nuevo y traer algún tipo de bebida alcohólica a su lado. A pesar de ello, muchas familias sienten una gran debilidad por este muñeco, por lo que en la mayoría de las casas Ekeko tiene un nombre propio.

Pero según la costumbre, el propietario tiene que «engreír» al muñeco, con una serie de rituales. Hay que mimarlo para que no se ponga celoso o se resienta y mantenga la abundancia. 

La razón de su resentimiento se atribuye al tiempo cuando se dio su origen, donde los seres humanos iban a ofrecer sacrificios a los dioses para mantenerlos felices.

Sensorial Sunsets