En medio de la selva tropical de Costa Rica es fácil olvidar lo que ocurre en el resto del mundo. Sin embargo, tomarse unos minutos para reflexionar sobre cómo los costarricenses han sobrevivido hasta ahora a esta pandemia es una lección que merece la pena.

Los ticos, como se llaman a sí mismos los ciudadanos costarricenses, se dividen a grandes rasgos en dos categorías diferentes: los que trabajan para el gobierno o una de las muchas instituciones gubernamentales y los que no. Esta realidad ha creado básicamente un ambiente de conflicto permanente y un desinterés generalizado de la población por lo que hace el gobierno central en última instancia. El consenso es que el gobierno y las instituciones gubernamentales son corruptos, siempre lo han sido y nada cambiará nunca.

Marzo de 2020, Covid-19 produjo una serie de resultados inesperados. El gobierno instituyó restricciones y la economía básicamente se paralizó de la noche a la mañana. Aquellos que no trabajaban para las instituciones gubernamentales recibieron la orden legal de irse a casa sin paga por parte de sus empleadores, mientras que los empleados del gobierno, trabajaran o no, siguieron recibiendo su paga y beneficios completos.

En casi cualquier país desarrollado, esta situación habría dado lugar a protestas generalizadas y quizás a algo peor. En Costa Rica, sin embargo, la mayoría de los ticos se tomaron todo con calma y, aparte de algunas manifestaciones ligeras, se resignaron a que esto es así y siempre ha sido así. Algunas personas sufrieron de verdad, pero tras el pánico inicial se hizo evidente un nuevo sentido de propósito y resistencia. La gente empezó a hacer balance de su situación y puso en marcha multitud de pequeños esfuerzos para mantener algún tipo de normalidad.

La ansiedad real se extendió entre las empresas privadas y los propietarios de viviendas. Temían que las masas, sin salarios y con pocos ahorros, supusieran una amenaza para la seguridad de las empresas y la vuelta a la normalidad. Se crearon muchas iniciativas privadas bien intencionadas y una de ellas, la Universidad para la Cooperación Internacional (UCI), llamada Costa Rica Regenerativa (CRR), se ha convertido en uno de los principales ejemplos de iniciativas de reurbanización con financiación privada.

Costa Rica Regenerativa surgió en 2019 como resultado de una reunión multinacional y multidisciplinaria organizada por el Dr. Eduard Muller (fundador de la UCI) en Rancho Margot. Antes de la pandemia el énfasis fue inicialmente enseñar prácticas regenerativas para secuestrar carbono en el suelo usando el sistema de manejo holístico de animales/pastos de Allan Savory. Sin embargo, la llegada de Covid-19 creó otra necesidad inmediata para Costa Rica Regenerativa y se hizo evidente que tenía que ampliar su alcance. El abrupto fin del turismo creó un potencial de catástrofe a gran escala que muchos particulares bien intencionados pretendían detener.

«Estas frágiles poblaciones, que en un principio se pensó que eran el eslabón débil de la recuperación, fueron en gran medida capaces de alimentarse y mantenerse por sí mismas»

A corto plazo, CRR organizó y llevó a cabo la distribución de alimentos a las familias necesitadas y hasta la fecha se han distribuido más de 27.000 cestas de alimentos en Guanacaste. Paralelamente, se crearon más de 200 parcelas agrícolas familiares y tres granjas alimentarias comunitarias, y ahora se está llevando a cabo otra iniciativa con las escuelas técnicas de la península de Nicoya para desarrollar una agricultura sin productos químicos en los vastos huertos escolares.

No cabe duda de que la pandemia no ha terminado y que el sufrimiento continuará para muchos. Sin embargo, todo esto tiene su lado bueno. Estas frágiles poblaciones, que en un principio se consideraban el eslabón débil de la recuperación, han sido capaces de alimentarse y mantenerse por sí mismas y, aunque los ticos son ferozmente independientes, cuando las cosas se ponen feas se ayudan mutuamente compartiendo lo que tienen.

Nada es perfecto, pero todo es Pura Vida.

DATOS A TENER EN CUENTA
. En casi cualquier país desarrollado, esta situación habría dado lugar a protestas generalizadas y quizás a algo peor. En Costa Rica, sin embargo, la mayoría de los ticos se lo tomaron con calma y, aparte de algunas manifestaciones leves, se resignaron a que esto es así y siempre ha sido así.
. La llegada de Covid-19 creó otra necesidad inmediata para Costa Rica Regenerativa y se hizo evidente que tenía que ampliar su alcance.
. A corto plazo, CRR organizó y llevó a cabo la distribución de alimentos a las familias necesitadas y, hasta la fecha, se han distribuido más de 27.000 cestas de alimentos en Guanacaste. Paralelamente, se crearon más de 200 parcelas agrícolas familiares y tres granjas alimentarias comunitarias

Juan Sostheim
Rancho Margot