Costa Rica es un pequeño país centroamericano, sin embargo, en tan pequeño territorio posee uno de los mayores porcentajes de variedad de seres vivos. Con un aproximado de quinientas mil especies, es decir, un estimado de 4% de la biodiversidad mundial (Biodiversidad, 2013) esta exuberancia de una flora y fauna diversa, microclimas y paisajes variados nos convierten en un país privilegiado y a su vez con grandes recursos naturales.

Es mediante el uso de esos recursos que Costa Rica ha emprendido el camino hacia el progreso. En efecto, se puede reflejar claramente desde el principio de la república: con la economía basada en el café y el banano; acompañando el desarrollo social. O sea, junto con el paso de las décadas y el aumento de la población. 

Sobrepoblación

Por otra parte, la sobepoblación fue más visible en las zonas internas del país. Específicamente en la GAM, donde debido a las condiciones de oportunidad laboral, acompañadas con políticas de “planificación urbanas desarrolladas bajo el paradigma, aún vigente en la época, de la teoría de los “polos de crecimiento” o “polos de desarrollo” ” (Programa de Estado Nación, 2014) se generó un crecimiento desproporcionado de nuevas personas viviendo en el mismo sitio. 

En consecuencia, fue necesario utilizar más recursos para respaldar ese crecimiento. De esta forma, este proceso de desarrollo no se estructuró ni contempló desde la vía sostenible, es decir los métodos para satisfacer las necesidades sociales, económicas y culturales no se llevaron de la mano con la protección del medioambiente.

Por lo tanto, estos avances han tenido y siguen teniendo un serio coste medioambiental. Fue en la década de 1950 que ciertos movimientos sociales empezaron a tomar forma, tratando de ejercer la conciencia del medio ambiente.

La ecología urbana, podríamos decir, que en las décadas siguientes iría tomando más fuerza, no solo enfocándose en generar conciencia de cuidar lo que queda de naturaleza, sino también poniendo énfasis en el crecimiento económico. A esta corriente “Martínez Alier ha denominado el “evangelio de la ecoeficiencia”, una corriente que ha centrado su atención en los efectos del crecimiento económico, no solamente en la naturaleza prístina sino en la industrialización misma, la agricultura y el urbanismo” (Revista electrónica de Historia, 2008).

La contaminación en el país

La decisión costarricense de continuar este proceso de «progreso» insostenible agravó la situación ambiental. Actualmente, pueden reconocerse algunos elementos específicos, como los principales problemas, o aquellos que requieren una atención más inmediata. Se trata de la contaminación del suelo, la contaminación de los acuíferos, la deforestación, el urbanismo incontrolado y la contaminación del aire.

En cuanto a la contaminación de los suelos, podemos mencionar casos importantes como las piñas. La piña es un cultivo que está presente en el país desde hace aproximadamente más de 50 años, en distintas regiones, y es desde sus inicios que dicha producción ha estado envuelta en problemáticas de contaminación por medio de la agroquímica.

Pero ¿qué son los agroquímicos y cuales han estado presentes en las plantaciones del país?

En Costa Rica podemos mencionar un caso famoso que desde la década de los sesenta se utilizó, hablamos del  tristemente célebre agroquímico nemagón, un poderoso veneno comercializado por las empresas Shell y Dow Chemical. De acuerdo a Chacón (2018) su uso en el país dejó el saldo de unos 25.000 obreros agrícolas afectados con enfermedades de la piel, cáncer, esterilidad, abortos o malformaciones genéticas. 

La utilización de estos agroquímicos de gran espectro, como el bromacil, no solo afecta al territorio nacional, sino también a las exportaciones. Al igual que ocurre en Corea del Sur. El hecho de que este país se niegue a recibir productos relacionados con el uso de este herbicida es motivo de preocupación.

El bromacil es un producto utilizado en los principales productos de exportación como lo son el banano, el café y la piña. Se trata de un agroquímico de gran toxicidad para un gran número de especies y sobre todo para las acuáticas. Este producto posee una amplia capacidad de disolución en agua. Al mismo tiempo, muestra persistencia en el área de aplicación y en las áreas en las que tiene contacto, durante 2 meses.

De acuerdo con el último Informe del Estado de la Nación, la proporción de fincas que emplea fertilizantes pasó de 12,5% en 1973 a 82,1% en 2014. Además, cita datos del Servicio Fitosanitario del Estado (SFE), según los cuales en el 2016 se importaron 6.706.442 kilogramos de ingrediente activo y en el país se formularon 5.600.524 kilogramos. Por ello, ese Informe estimó que se usaron 8.897.084 kilogramos de plaguicidas.” (Chacón, 2018).

Otro gran problema…

Otro gran problema a resolver es la basura donde cada día se desechan 564 toneladas de plástico. Que, en lugar de ser utilizados para el reciclaje, se entierran en vertederos, se acumulan en vertederos o se arrojan al medio ambiente. De ese total de basura diaria, solo el 87% (3.480 toneladas) va a rellenos y vertederos. El 7% (280 toneladas) se queda tirado en el ambiente, y solo el 6% (240 toneladas) se recicla. (Artavia, 2018).  

En Costa Rica el tratamiento que reciben los residuos sólidos es mínimo y estos se reducen a trasladar estos residuos a rellenos en donde el material se compacta con una capa superior de tierra y en otros casos quedan los residuos al aire libre y casi ninguno recibe algún tratamiento. Como se expresa en diario virtual “La Revista” “En Costa Rica, un 94 % de los desechos sólidos terminan en rellenos sanitarios, vertederos controlados o botaderos a cielo abierto.” (Umaña, 2018)

Zelda Walters para Sensorial Sunsets