El cine ha desempeñado un papel significativo en la cultura y el entretenimiento de Costa Rica desde sus primeros años. Cuando el cinematógrafo llegó al país en 1897, se estableció inicialmente una estrecha relación entre el cine y el teatro. Fue el 17 de febrero de ese mismo año cuando se estrenó el proyectógrafo de Edison en el Teatro Variedades, un año después de su presentación a la prensa en Nueva York.

Cine costarricense y la ciencia ficción

Una de las primeras películas costarricenses de ficción fue «El retorno». Dirigida por el italiano A. F. Bertoni y producida por Mario Urbini con recursos costarricenses, esta película marcó un hito en la industria cinematográfica del país. La fotografía estuvo a cargo de Walter Bolandi y el guión original fue escrito por Gonzalo Chacón Trejos. El elenco artístico estuvo compuesto íntegramente por actores costarricenses.

«El retorno» cuenta una historia de amor típica de la época. El protagonista, Rodrigo, está enamorado de su prima Eugenia, y ambos viven en el campo. Sin embargo, Rodrigo se ve obligado a ir a la capital para estudiar. Allí, conoce a Cupido Delgado, un hombre de la ciudad que le presenta a muchas mujeres. Rodrigo se deslumbra con las aventuras de la vida cotidiana de su amigo y disfruta de múltiples experiencias. Sin embargo, después de un desengaño amoroso, regresa a los brazos de su prima Eugenia y al apreciado ambiente campestre, que siempre ha sido valorado en la literatura y el arte costarricense.

Épocas de revolución

A partir de la década de 1980, la creación cinematográfica en Costa Rica dependió casi exclusivamente de la producción independiente. La crisis económica de 1980 hizo que la producción cinematográfica se volviera muy costosa, lo que hizo imposible desarrollar una industria cinematográfica en el país. Como resultado, la producción nacional quedó en manos de esfuerzos individuales con ocasional apoyo del Estado.

Durante este período, muchas producciones y coproducciones costarricenses abordaron las problemáticas regionales de las guerras centroamericanas. Ejemplos de estas películas son «Patria libre o morir» (1979), «El Salvador, el pueblo vencerá» (1980), «La insurrección» (1980), «Alsino y el cóndor» (1982) y «La guerra de los filibusteros» (1980).

La historia y su influencia en la cinematografía

A partir de 1982, el cine nacional comenzó a abordar temáticas más míticas, históricas y legendarias. Uno de los proyectos más ambiciosos de esta época fue el largometraje «La Segua» (Antonio Yglesias, 1984), que combinaba elementos sobrenaturales. Otra película destacada fue «La Negrita, el Milagro de Nuestra Señora de los Ángeles» (1985), producida por Roxanna Bonilla-Giannini, que se basó en la leyenda del hallazgo de la Virgen de los Ángeles.

El tema del campesino que se traslada a la ciudad volvió a ser tratado en películas como «Los secretos de Isolina» (Miguel Salguero, 1984) y «Eulalia» (Óscar Castillo, 1987). Sin embargo, el público costarricense tuvo que esperar catorce años para ver otra película nacional, «Asesinato en El Meneo» (Óscar Castillo, 2001), una comedia que reflejaba por primera vez la imagen deteriorada del país en un largometraje de ficción.

De esta forma, comienza a reflejar momentos históricos, personajes y rituales que han moldeado la identidad del país. Desde el traspaso de poderes entre los presidentes Ricardo Jiménez Oreamuno y Alfredo González Flores en 1914, hasta la celebración de la promulgación de la Legislación Social y el Código de Trabajo en 1943, las imágenes cinematográficas han dejado una huella de los acontecimientos que han conformado la historia de Costa Rica.

En cuanto a la influencia de la historia en el cine costarricense, el cineasta Esteban Ramírez comentó:

«El cine debe ser memoria, debe servir para entender quiénes somos y cómo hemos llegado hasta aquí. Como cineastas, tenemos la responsabilidad de contar nuestras propias historias y explorar los temas que han marcado nuestra identidad como país».

Evolución del cine: los primeros Años y sus pioneros

El cine costarricense ha evolucionado a lo largo de los años, enfrentando desafíos económicos y sociales. Sin embargo, ha logrado contar historias únicas y representativas de la cultura y la identidad de Costa Rica. A través de la lente del cine, se ha preservado la memoria y se ha enriquecido el patrimonio audiovisual del país.

En palabras del cineasta Miguel Gómez,

«El cine es una forma de expresión artística y una herramienta poderosa para contar nuestras propias historias. A través del cine, podemos reflexionar sobre nuestra identidad, desafiar estereotipos y construir puentes entre las generaciones».

Los primeros pioneros en el cine costarricense sentaron las bases de la industria cinematográfica en el país, dejando un legado invaluable. Uno de ellos fue Albert Francis Bertoni, director de la primera película costarricense de largometraje, «El retorno» (1930). Otra figura destacada fue Alfonso Patiño Gómez, director de «Elvira» (1955), una película que contribuyó a la consolidación de la identidad nacional. 

Estos pioneros del cine costarricense sentaron las bases para las generaciones futuras de cineastas y su trabajo continúa siendo una inspiración para la industria cinematográfica del país.

En conclusión, el cine costarricense ha experimentado un crecimiento significativo a lo largo de su historia. Desde los primeros años relacionados con el teatro hasta la producción independiente actual, el cine ha desempeñado un papel crucial en la preservación de la cultura y la identidad de Costa Rica. A pesar de los desafíos que ha enfrentado, el cine costarricense sigue siendo una ventana a las historias y experiencias únicas del país, dejando una huella indeleble en la industria cinematográfica latinoamericana.

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